martes, 22 de marzo de 2011

Aquella tarde/ La sorpresa

Este es el desenlace de un concurso de coautoría entre el escribidor de este blog y Luis Enrique Reyes alias "la hiena", el proponedor de este ejercicio. También es una intolerable y tramposa perversión encubierta en una minificción. Y sin duda es una batalla ganada contra la discreción literaria de nuestra generación. Este pequeño cuentito se declara deudor tanto del olvidado Edmundo Valadés -y lo que eso conlleva-, cuanto del ciudadano más influyente de ficticia.com (Marcial Fernández), ambos extraordinarios sobrevivientes de la vidita editorial en nuestro país, de la que han sido víctimas colaterales este par de minificcionadores. El textículo mencionado dice así y a ver qué opina el respetable:

Aquella tarde las fuertes manos del hombre triste tenían otro color. No había matado a nadie y sin embargo la sangre en sus dedos parecía indicar todo lo contrario. Miró por la ventana y a la distancia observó la silueta de una mujer que se alejaba a pasos acelerados. Entonces supo que, sin lugar a dudas, los cuentos que le habían contado eran mentira -toda la culpa de la cultura estaba expresada en su mueca de entre estupor y ataque cardíaco-. No podía creer que su amada hija, después de todo, fuera virgen. (Extraordinariamente se sentía más tranquilo por un lado...)



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