lunes, 7 de junio de 2010

joroba I




Esta selección que hoy comienzo pretende ser una antología literaria de las jorobas, en las que se hallará cobijo, dolor y una firme impostura para hacerle frente a este ajetreado mundo actual. Comienzo con la joroba que desató en mí esta necesidad de hacer un florilegio deforme de las corcovas letradas.

Sobre el fragmento:
Estamos frente al incipiente nacimiento del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, Oskar Matzerath y su tambor de hojalata inventan la historia de Danzig desde su mirada enana e insignificante. De pronto, ambos personajes, se acercan a una tribuna a escuchar lo que tenían que decir los emisarios de una raza soberana.



Löbsack tenía ingenio, sacaba todo su ingenio de la joroba y llamaba a la joroba por su nombre, porque eso siempre gusta a la gente. Antes perdería él su joroba, afirmaba Löbsack, que llegarían los comunistas al poder. Era de prever que no perdería la joroba porque la joroba no se podía mover, y en consecuencia la joroba tenía razón y con ella el Partido... De donde se deduce que una joroba es el fundamento ideal para una idea.

Günter Grass, Die Blechtrommel (1959)


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