lunes, 3 de octubre de 2011

Hacia los 100 de Vicens


Este 25 de noviembre de 2011, los lectores de Josefina Vicens, mejor conocida –aunque fuera por bien pocos– como “La Peque”, tenemos como pretexto que la autora hubiera cumplido cien años, para comenzar a revisar no sólo su obra literaria entera (El libro vacío, 58; Los años falsos, 82), sino todo lo que la rodea. Aviso que yo me encargaré, en este blog, de ir llamando a Vicens a su cita centenaria con mis lujosos lectores para que quienes la conocen, usen mis martes dedicados a ella como recordatorios; y para quienes no la conocen se vayan enterando de la grandeza de una dama terrible en la historia de la cultura mexicana.

Hoy sólo citaré un fragmento de una entrevista que dio a dos grandes amigos de este bloguero –Daniel González Dueñas y Alejandro Toledo– en un libro casi secreto que lleva por título Josefina Vicens: la inminencia de la primera palabra (Ediciones sin nombre y Universidad del Claustro de Sor Juana, México, 2009), una breve respuesta, a propósito de su segundo libro, sobre el amor, un tema recurrente en su obra, y tan rijoso, en todo sentido, para cualquier escritor que se respete:

“El amor humano está lleno de contradicciones: es capaz tanto de la mayor crueldad como de la mayor excelsitud. Es la dádiva de uno mismo y también el arrepentimiento de haber dado tanto; es una liberación que cuando se quiere lo que se obtiene es estar aprisionado. No creo que exista una definición del amor. Por eso es tan fascinante, por la enorme serie de facetas que contiene, por los rostros desconocidos de uno mismo que nos hace descubrir, y que muchas veces son contradictorios entre sí: cuando en el amor uno planea, sucede todo lo contrario. Uno se traiciona a sí mismo continuamente; los propósitos no funcionan en el amor. Yo a los enamorados les digo 'los decapitados': la cabeza está por un lado y por otro las emociones, incluidas las más nobles y las más bajas. Y eso es precisamente el amor, lo siempre impredecible. Es como la vida misma, una gama riquísima que no se presta a la fragmentación; aislar sus partes es transgredirla.”

¿Será que el amor es una contradicción y no más? Yo concuerdo de manera general con Vicens, pero siento que solamente es porque los ambos somos unos enamoradizos perdidos e irremediables. El amor parte de un argumento positivo y muy válido, pero se precipita velozmente hacia un absurdo negativo, sin que esto necesariamente sea malo y siempre grato, ha de entenderse, por favor.

“Sólo los abstemios –sentencia el gran Eduardo Torres (Lo demás es silencio, libro que me firmó don Augusto Monterroso en la calle, cerca de los Viveros de Coyoacan, cuando coincidió que él pasaba mientras yo lo leía) piensan que beber es bueno”, y yo creo que lo mismo vale esta antisentencia para los enamorados, en tanto enfermos alcohólicos.

(Obra plástica invitada: "El beso" de Magritte)

2 comentarios:

  1. Gracias a monteroso por la cita y a meduso por sacar los trapitos de la historia literaria mexicana, tomaré tu cita y la pondré a relucir en la mudez abandonada.

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  2. Auténtica magia esa de alzar la mirada de Lo demás es silencio y ver a su autor, eh. Gracias por apasionarse con la lectura.

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